Sin dudarlo, el EV-1 fué en su momento el intento más serio por lanzar al mercado un vehículo cuya movilidad sea 100% eléctrica, un auto enchufable que prometía mucho, quizá demasiado.
La historia del EV-1 no tiene final feliz al estilo Hollywood, de hecho, su final es más bien digno de un thriller, ya que todos los vehículos fueron destruidos.
El EV-1 en su primera fase contaba con baterías de plomo/ácido y en la segunda fase contó con baterías de níquel, (Ni-MH) que le permitían una autonomía de 128 Km a una velocidad promedio de 100 km/h.
El fracaso del EV-1 es atribuible a un mal planeamiento financiero, ya que cada auto tenía un costo de USD 250.000 (absorbidos por GM) y el cliente pagaba un arrendamiento mensual de USD 399 durante tres años.
El programa fue cancelado en 2005, cuando los 1.117 vehículos fabricados fueron recogidos y destruidos.